jueves, 18 de noviembre de 2010

Maquetando en tamaño "pocket"

Hoy subo fotos de los dummys (no estoy segura de que así se escriba en plural) que he hecho del libro experimental. Ha sido un proceso complejo pero divertido y, sobretodo interesante por los diferentes formatos que han surgido -muchos dobleces, cortes, vueltas y demás-. Pero es momento de elegir uno, y creo ya saber cuál será. El objetivo es encontrar un formato que permita "darle la vuelta" al libro para poder leerlo en un sentido distinto al original. En el siguiente post quedará definido, es un hecho. Y empezaré a maquetar en un tamaño un poco más grande, jeje.




jueves, 11 de noviembre de 2010

Una probadita de "Viaje a la semilla"

Y como había quedado, acá dejo un fragmento del texto sobre el cual estoy trabajando. Enjoy it!



Capítulo III

Los cirios crecieron lentamente, perdiendo sudores. Cuando recobraron su tamaño, los apagó la monja apartando una lumbre. Las mechas blanquearon, arrojando el pabilo. La casa se vació de visitantes y los carruajes partieron en la noche. Don Marcial pulsó un teclado invisible y abrió los ojos.

Confusas y revueltas, las vigas del techo se iban colocando en su lugar. Los pomos de medicina, las borlas de damasco, el escapulario de la cabecera, los daguerrotipos, las palmas de la reja, salieron de sus nieblas. Cuando el médico movió la cabeza con desconsuelo profesional, el enfermo se sintió mejor. Durmió algunas horas y despertó bajo la mirada negra y cejuda del Padre Anastasio. De franca, detallada, poblada de pecados, la confesión se hizo reticente, penosa, llena de escondrijos. ¿Y qué derecho tenía, en el fondo, aquel carmelita a entrometerse en su vida? Don Marcial se encontró, de pronto, tirado en medio del aposento. Aligerado de un peso en las sienes, se levantó con sorprendente celeridad. La mujer desnuda que se desperezaba sobre el brocado del lecho buscó enaguas y corpiños, llevándose, poco después, sus rumores de seda estrujada y su perfume. Abajo, en el coche cerrado, cubriendo tachuelas del asiento, había un sobre con monedas de oro.

Don Marcial no se sentía bien. Al arreglarse la corbata frente a la luna de la consola se vio congestionado. Bajó al despacho donde lo esperaban hombres de justicia, abogados y escribientes, para disponer la venta pública de la casa. Todo había sido inútil. Sus pertenencias se irían a manos del mejor postor, al compás de martillo golpeando una tabla. Saludó y le dejaron solo. Pensaba en los misterios de la letra escrita, en esas hebras negras que se entrelazan y desenlazan sobre anchas hojas afiligranadas de balanzas enlazando y desenlazando compromisos, juramentos, alianzas, testimonios, declaraciones, apellidos, títulos, fechas, tierras, árboles y piedras; maraña de hilos, sacada del tintero, en que se enredaban las piernas del hombre, vedándole caminos destinados por la Ley; cordón al cuello, que apretaban su sordina al percibir el sonido temible de las palabras en libertad. Su firma lo había traicionado, yendo a complicarse en nudos y enredos de legajos. Atado por ella, el hombre de carne se hacía hombre de papel.

Era el amanecer. El reloj del comedor acababa de dar las seis de la tarde.

Bocetos...

He aquí bocetos del libro experimental, específicamente del formato. Varias ideas que van de un libro con páginas desplegables, de libros pequeños dentro de uno más grande, un libro que "de vueltas", en fin. Con este proceso de bocetaje también empiezo a contemplar la encuadernación, si es que llevará una, porque la dinámica del libro puede que necesite que las pastas vayan aparte. Si ese es el caso, probablemente, se necesitará también una caja que brinde más protección al libro. Veremos pronto-prontísimo qué pasa...